Tiempo de preparación a la Navidad para recibir de la mejor manera al Niño Jesús. Es una preparación interior, personal, pero que también se puede ver en algunos signos que aparecen en nuestros templos a partir del primer domingo de Adviento.
A través de los siglos el Adviento se ha ido enriqueciendo de varios signos con los cuales los cristianos expresaban de una manera sencilla e intuitiva la esencia del misterio de esta fiesta.
La austeridad en las Celebraciones Litúrgicas
Uno de los primeros signos que podemos notar en las Celebraciones Litúrgicas es su austeridad. Como hemos dicho el Adviento es un tiempo de preparación y espera y por eso los sacerdotes utilizan en sus vestimentas el color morado, un color más apagado que el blanco que van a utilizar durante los días de Navidad.
También en los mismos templos la decoración es más austera para que luego la decoración de la Navidad destaque más. Por ello es conveniente que la Iglesia esté adornada con discreción, más bien con plantas que con flores, y que guardemos la mejor iluminación y otras ornamentaciones para cuando llegue la Navidad.
Durante las Celebraciones Litúrgicas además no cantaremos el Gloria, el himno de los ángeles en Belén y que volveremos a cantar la noche de Navidad.
La corona de Adviento
Otro signo muy importante es la Corona del Adviento, uno de los símbolos más representativos de este tiempo. En realidad, este símbolo procede del norte de Europa donde era muy usual colocar una corona hecha de ramas verdes con velas para simbolizar la esperanza en el cambio de estación y el fin del duro invierno.
Este símbolo fue asimilado por la tradición cristiana (sobre todo a partir del siglo XVI en Alemania), cobrando un nuevo significado: la esperanza en un nuevo ciclo con la venida del Salvador a la Historia. Para la tradición cristiana, simboliza el tiempo que va pasando, que se rompe con la venida esperada de Jesucristo.
Consiste en una corona de ramas verdes, colocada en un lugar visible y digno, y que sostiene cuatro velas vistosas, por los cuatro domingos de Adviento. Las cuatro velas, puestas normalmente cerca del Altar, vienen encendidas una a una cada domingo de Adviento y simbolizan la luz de la fe que se llena de alegría con la llegada del Señor.
La preparación del Belén
La mejor manera de vivir el Adviento es con la preparación del belén algunas semanas antes de la Navidad. Más grande o más pequeño, más sencillo o más artístico, es importante tener en casa, en el comedor o en cualquier otro lugar adecuado, ese signo tan explícito de lo que celebramos en la Navidad. Si hay niños en casa, será un buen motivo para explicarles y recordar lo que celebramos.
Se trata de una de las tradiciones más antiguas de la Religión Católica, que tiene su origen en el año 1.223 gracias a San Francisco de Asís. Es una tradición que ilusiona tanto a los más pequeños como a los mayores. Los niños se divierten colocando a los personajes del Belén en la escena mientra los padres, cada vez más habilitan y adornan el espacio para crear un ambiente navideño especial y familiar con el que tanto nos identificamos.
Y es que armar un Belén es un arte. Un momento del año que aguardamos con mucho cariño y que nos traslada a nuestra infancia.