Queridos hermanos:
Conociendo la difícil situación que está atravesando el archipiélago canario debido a la crisis migratoria, quisiera expresarles unas palabras de aliento y cercanía, rogándoles que las hagan llegar al santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en esas queridas islas del Atlántico.
En primer lugar, agradezco los grandes esfuerzos que se están realizando para intentar dar respuesta a esa situación de emergencia. La sensibilidad y hospitalidad que caracteriza al pueblo canario deja huella también en el modo de acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos y hermanas que llegan a sus costas buscando un porvenir.
¡Gracias por abrir las puertas del corazón a los que sufren! Asimismo, al afrontar estos desafios, que comprendo no son nada fáciles, les pido que no se desanimen y que sigan construyendo redes de amor y faros de esperanza que iluminen las sendas de una nueva humanidad, dispuesta a inclinarse, como el Buen Samaritano, para curar las heridas de los que están caídos (cf. Lc 10,25-37).
En los rostros de estas personas, surcados por el sufrimiento, podemos reconocer una mirada que anhela un futuro de paz y de fraternidad. Pidamos a Dios que estos anhelos lleguen a buen puerto. Que Jesús bendiga al pueblo canario y la Virgen Santa lo sostenga con su protección maternal. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí
Fraternalmente, Francisco.