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Jueves de la XIII Semana del Tiempo Ordinario

  • Categoría de la entrada:Lecturas de la Misa
  • Tiempo de lectura:6 minutos de lectura

Tiempo Ordinario ~ Ciclo A ~ Año Impar

Primera lectura

Gn 22,1-19: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: -¡Abrahán! El respondió: -Aquí me tienes. Dios le dijo:
-Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: -Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar y después volveremos con vosotros.

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: -Padre. El respondió: -Aquí estoy, hijo mío. El muchacho dijo: -Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio ?

Abrahán contestó: -Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío. Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: -¡Abrahán, Abrahán! El contestó: -Aquí me tienes.

El ángel le ordenó: -No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «El monte del Señor ve».

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: -«Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.»

Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba, y Abrahán se quedó a vivir en Berseba.

Salmo responsorial

Sal 114,1-2.3-4.5-6.8-9: Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.

Evangelio

Mt 9,1-8: La gente alaba a Dios, que a a los hombres tal potestad.

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados».

Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate y echa a andar»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -entonces dice al paralítico-: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa»».

Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.