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San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

  • Categoría de la entrada:Lecturas de la Misa
  • Tiempo de lectura:6 minutos de lectura

Tiempo Ordinario ~ Ciclo A ~ Año Impar

Primera lectura

2Co 1,18-22: Jesús no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí».

Hermanos: ¡Dios me es testigo!

La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no». Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí».

Y por él podemos responder «Amén» a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. El nos ha ungido, El nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

Salmo responsorial

Sal 118,129.130.131.132.133.135: Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma.

La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes.

Abro la boca y respiro
ansiando tus mandamientos.

Vuélvete a mí y ten misericordia,
como es tu norma
con los que aman tu nombre.

Asegura mis pasos con tu promesa,
que ninguna maldad me domine.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes.

Evangelio

Mt 5,13-18: Vosotros sois la luz del mundo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.

O bien se pueden tomar del propio:

Primera lectura

Is 61,1-3a: El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza de nuestro Dios, para consolar a los afligidos, para dar a los afligidos de Sion una diadema en lugar de cenizas, perfume de fiesta en lugar de duelo, un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.

Salmo responsorial

Sal 88,2-3.4-5.21-22.25.27: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso. R.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora». R.

Evangelio

Lc 10,1-9: La mies es abundante y los obreros pocos.

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».