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San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia

  • Categoría de la entrada:Lecturas de la Misa
  • Tiempo de lectura:8 minutos de lectura

Tiempo Ordinario ~ Ciclo B ~ Año Par

Primera lectura

Ez 28,1-10: Eres hombre, y no dios; pusiste tu corazón como el corazón de Dios.

Me fue dirigida esta palabra del Señor:
«Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor Dios:
Se enalteció tu corazón y dijiste:
«Soy un dios
y estoy sentado en el trono de los dioses en el corazón del mar».
Tú que eres hombre, y no dios,
pusiste tu corazón como el corazón de Dios.
Te dijiste: «¡Si eres más sabio que Daniel,
ningún enigma se te resiste!
Con tu sabiduría e inteligencia
te has hecho una fortuna;
acumulaste tesoros de oro y plata».
Con tu gran habilidad para el comercio
acrecentaste tu fortuna;
y por tu fortuna te llenaste de presunción.
Por ello, así dice el Señor Dios:
«Por haber puesto tu corazón como el corazón de Dios,
por eso, haré venir contra ti extranjeros,
los más feroces de entre los pueblos.
Desenvainarán sus espadas
contra tu brillante sabiduría,
y profanarán tu belleza.
Te hundirán en la fosa
y perecerás de muerte violenta
en el corazón del mar.
¿Podrás seguir diciendo delante de tus verdugos:
‘Soy un dios’? Serás un hombre, y no un dios,
en mano de los que te apuñalen.
Morirás con muerte de incircunciso,
a manos de gentes extrañas.
Porque lo he dicho yo»
-oráculo del Señor-».

Salmo responsorial

Dt 32,26-27ab.27cd-28a.30.35cd-36ab: Yo doy la muerte y la vida.

Me dije: «Los aniquilaría,
y borraría su memoria entre los hombres».
Si no temiese las burlas del enemigo,
y la mala interpretación del adversario. R.

No sea que digan: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien ha hecho todo esto».
Porque es gente que ha perdido el juicio,
y que carece de inteligencia. R.

¿Cómo puede uno perseguir a mil,
y dos poner en fuga a diez mil,
si no fuera porque los ha vendido su Roca
y el Señor los ha entregado? R.

El día de su ruina se acerca,
y se precipita su destino.
El Señor hará justicia a su pueblo,
y tendrá piedad de sus siervos. R.

Evangelio

Mt 19,23-30: Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».

O bien se pueden tomar del propio:

Si 15,1-6: Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia.

Así obra el que teme al Señor,
el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre
y lo acoge como una joven esposa.
Lo alimenta con pan de inteligencia
y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará,
si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros
y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
y lo revestirá con un vestido de gloria.
Encontrará gozo y corona de júbilo,
y un nombre eterno recibirá en herencia.

Sal 118,9.10.11.12.13.14: Enséñame, Señor, tus leyes.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras. R.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos. R.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca. R.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R.

Jn 17,20-26: Padre, éste es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy.

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».