Tiempo Ordinario ~ Ciclo B ~ Año Par
Primera lectura
2Ts 2,1-3a.13-16: Conservad las tradiciones que habéis aprendido.
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima. Que nadie en modo alguno os engañe.
Dios os llamó por medio de nuestro Evangelio para que lleguéis a adquirir la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Así, pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.
Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas.
Salmo responsorial
Sal 95,10.11-12a.12b-13: Llega el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente». R.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. R.
Aclamen los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R.
Evangelio
Mt 23,23-26: Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera».
O bien se pueden tomar del propio:
Si 26,1-4.13-16: Sol que sale, es la belleza de lo mujer buena en su casa bien ordenada.
Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer valerosa es la alegría de su marido,
él vivirá en paz todos los años de su vida.
Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:
sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.
El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.
La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.
La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.
Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.
Sal 130,1.2.3: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí. R.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.
Lc 7,11-17: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.